28 ago 2010
¿Me lo pongo o no me lo pongo?
17 ago 2010
El amor cuesta caro...
Si yo contara todos los romances que he tenido a lo largo de mi vida… la reputación de Ricardo Arjona sería un poroto al lado de la mía... Podría decir que he tenido un harem de amoríos que han dejado sus huellas marcadas en mi memoria y aquí les cuento alguno de ellos con lujo de detalles!
Desde pequeña fui muy soñadora y cada retazo de tela que se cruzaba en mi camino era un nuevo capitulo en mi imaginario, que se convertía en traje de gala o vestido de fiesta con el que envolvía a mis muñecas… Bueno, partes de ellas… De acuerdo a las represalias que tomaran mis hermanos con las pobrecitas, a causa de mi acciones pseudomaternales... Ellos me apodaban la mandona, en alusión a la parte que más me agradaba en el rol del que me apoderaba... Es que cuando el gato no estaba yo bailaba! Eso sí, cabe recordar que pasado un tiempo, mis directivas ya no surtían efecto y más de una vez después de intentar que se cumplieran hasta el hartazgo o corría y me escondía o me fajaban... En fin, el tema es que sin darme cuenta mediante el juego de vestir a mis muñecas, iba descubriendo lo que querría para mí y cuando eso se concretaba, comenzaba un romance de telenovela que en muchos casos ha sido cortado por mi madre, pues ella consideraba que esa prenda ya no era digna de mi compañía y misteriosamente desaparecía… Alguna vez paso con los gatos también, pero no quiero desviarme de esta historia, así que lo dejo para otro momento.
Hubo una falda, aunque aquí le decimos pollera, que aun recuerdo como si fuera hoy... Creo que fue mi primer amor; estampada con pequeñas pintitas blancas en un fondo azul, tenía dos cintas de raso del mismo color un poco antes del dobladillo, a la altura de la rodilla, el corte era acampanado y en la cintura tenía elástico, detalle que para la edad era indispensable. Un estilo muy pin-up adaptado a las necesidades y usos de una niña de barrio. Como muchas de las cosas que tenía, me la había hecho mi abuela Ester, ella era una modista de Bragado, impecablemente prolija, que me acostumbro tanto a su prolijidad, que nunca mas encontré alguien que lo hiciera tan bien. En sus últimos años ya no cosía pero tuve la gracia de ser modelo exclusiva de sus diseños, para mis 15 años; con un vestido escote corazón en terciopelo azul marino cuya falda era en tafeta del mismo color y tenía un moño en la espalda a la altura de la cintura.
Volviendo al relato, esta pollera de la cual les hable, era para mí una compañera inagotable de excursiones, corridas, peleas, manchas y poliladron pero que sin incomodarme, me hacía lucir como una de mis muñecas... enteras claro!
Creo que en sus ultimas posturas ya se me veía el calzón de tan transparente y por eso la "quetejedi" tomo la decisión dejándome hasta hoy con la incógnita acerca de que sucedió con ella... a que parroquia o iglesia fue a parar o lo que es peor, si el triste destino acabo con ella en algún balde, reduciéndola de falda de diseño independiente a simple trapo de lustrar…
Tarde en recuperarme de tan dolorosa perdida pero finalmente los días color de rosa, o mejor dicho azul, volvieron a iluminarme cuando mi madre (en ocasiones recuperaba el titulo maternal) que de costura ni un hilván pero tejía como los dioses, en equipo con la abuela Ester, hicieron un vestido para mi, al mejor estilo navy o marinero. Era de mangas cortas, la parte del busto estaba tejida en hilo a dos agujas, con rayas en blanco, rojo y azul y la parte de abajo era de una gabardina finita, color azul marino. Lo estrene en un acto escolar y lo decore con unas cintitas bebe de los mismos tonos en la "colita" que me hice a un costado, dejando el resto del cabello suelto; estaba en segundo grado y me hacia sentir "so coco" usarlo, pero este fue un amor fugaz, marcado por la tragedia de un incendio en el lavadero de mi casa que por suerte no pasó a mayores, pero que no dejo rastros de mi tan preciada y pintoresca prenda, que no se encontraba allí de casualidad, ya que estaba junto al resto de mi vestuario por lo que aquella vez, quede como el Dr. Álvarez me trajo al mundo.
Luego de esa experiencia tuve una camisa que a veces me parecía un pijama, rayada en azul y blanco con cuello mao que usaba prácticamente como un uniforme y por supuesto también hubo una campera de jean que me compre con mi primer sueldo en el Soleil hace muchos años atrás; de la casa Turquoise, esa creo que se desintegro mientras la usaba...
A partir de allí tuve tantos romances, como en un principio mencione, que dios me libre si me preguntaran cuantos porque ya perdí la cuenta y me recibí de casquivana textil!
No se si ustedes creen en las predicciones o la astrología pero una vez me dijeron que yo no iba a tener un amor definitivo… que no estaba en mi destino ese amor único y eterno, sino que habría varios...
Y... si son como estos... "me gustan nacionales e importados", como diría Mae West!