Como el color rosa, los moños fueron mi tortura como única hija mujer, durante mi infancia y pre- adolescencia, así que el día que cumplí los 15 fue la ultima vez que me puse un moño en mi vida, a no ser por esos que una forma con los lazos o cintas de alguna prenda, o los de alguna zapatilla, claro; pero como accesorio o centro de atención de algún atuendo quedaron completamente erradicados de mi guardarropas.
Hace unos días, me estrene unos aros muy vintage que me regalo mi abuela hace como un año y oh! sorpresa, estos tenían unos pequeños moñitos en una de sus partes que por supuesto quite, total mi abuela no se daría cuenta, pero me quede regulando... Después de todo no estaban tan feos y le daban un look mas romántico... Bueno, apenas comencé a jugar con la idea de aceptarlos, mi perico parlanchin salto para recordarme las tres décadas y media que tengo, lo ridícula que me vería con un moño en algún lado y que quedaría cual oferta en época de navidad... Pero!!! Ahí nomas le "eche fly" al pajarraco porque mi otro yo me recordó que "un moño" no es solo "un moño", puede haber muchas maneras de llevarlo y millones de estilos, tamaños colores y lugares donde el mismo puede estar...
Como bien dicen los chicos de Jarabe de Palo:
"Depende ¿de qué depende?
De según como se mire, todo depende..."
Los moños son una tendencia en alza, quizás en otros lugares ya no son novedad pero aquí al menos recién ahora están apareciendo... Sera que en breve veremos moños hasta en la sopa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario